En los últimos años, el aceite de palma ha hecho noticia de manera negativa. Si bien en la industria alimenticia es muy utilizado, varios médicos, nutricionistas e instituciones de salud vienen advirtiendo que es mejor no consumirlo. Pero, ¿por qué se dice que es malo el aceite de palma?
Aceite de palma, el nuevo enemigo
La nutrición y la alimentación son dos ámbitos que, cada cierto tiempo, encuentran un enemigo. En estos momentos es el aceite de palma, el que se ha convertido en una de esas “bestias negras” que se debe combatir.
No todos los aceites y grasas vegetales son iguales y sus efectos sobre la salud de los consumidores también son diferentes. Mientras algunos tienen un perfil que podría definirse como saludable, el consumo de otros está asociado al incremento del riesgo de padecer otros trastornos no deseables.
Por esta razón, la actual Norma sobre Etiquetado Alimenticio de la Unión Europea dejó claro que tenía que evitarse la poco concreta y bastante laxa expresión “aceites vegetales” –hasta hace poco, habitual en las listas de ingredientes–. O, por lo menos, concretar en el etiquetado el origen de esos aceites y grasas.
Pues bien, entre los principales sospechosos de estar ocultos bajo ese genérico figura el aceite de palma y sus múltiples derivados.
Un mal currículum…
Esta grasa tiene varios problemas asociados. Su mal currículum incluye implicancias políticas, medioambientales y sociales en su cadena de producción (lo que da motivo a otro post que luego publicaremos en nuestro Blog Alergias).
Pero, por ahora solo nos centraremos en el aceite de palma como ingrediente de múltiples productos y sus implicaciones sobre la salud, recientemente comunicadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Claramente, los europeos van mucho más adelantados que nosotros en este sentido.
El aceite de palma y sus derivados se obtienen del fruto de la especie Elaeis guineensis, conocida como palma africana o aceitera, que se introdujo masivamente en el suroeste asiático a principios del siglo XX. También tiene importantes plantaciones en América del Sur.
Más allá de sus usos alimentarios, los derivados del aceite de palma también se emplean en la industria de la cosmética (cremas, pasta de dientes o jabones), y en la producción de biodiesel.
Industria alimentaria
Este aceite también se puede encontrar en una amplia variedad de platos preparados, helados, salsas, margarinas, galletas, pizzas, chocolates, confitería en general, aperitivos dulces y salados y un largo etcétera.
Algunas de las empresas del sector alimentario que más usan este ingrediente son Unilever, Nestlé, Kellogg’s, Burger King, McDonalds, Starbucks o Ferrero, entre muchas otras.
Aunque hemos empezado a ver que algunas de estas súper marcas ya empezaron a anunciar en sus comerciales la no utilización del aceite de palma (u oleína de palma) en algunos de sus productos… ¡Comienzan a desmarcarse!
A pesar de que la Norma sobre Etiquetado antes citada facilitada al consumidor entró en vigor en diciembre de 2014, todavía hay algunos fabricantes y distribuidores de alimentos que se pasan la norma por buena parte, y no mencionan al aceite de palma en su etiquetado (mal, mal).
Además, cuando utilizan este aceite, a veces disfrazan su presencia usando algunos pseudónimos. Algunos son: aceite de palmiste, grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, estearina de palma, palmoleina, oleína de palma, manteca de palma o con el uso del nombre científico de la especie: Elaeis guineensis.
Si es tan malo… ¿por qué se usa tanto el aceite de palma?
Hay una doble explicación para su uso masivo. Por una parte, es que se trata de un ingrediente muy económico comparado con grasas y aceites de otro origen y, por otra parte, se trata de un compuesto muy versátil.
Una de las características más apreciadas por la industria es su temperatura de fusión, que le hace permanecer sólido a temperatura ambiente manteniendo al mismo tiempo una textura sedosa y untuosa.
Por esta razón, se emplea con generosidad en confitería, formando muchas veces parte de las coberturas de chocolates y bombones. Permanece sólido, mantiene la forma del producto y cuando se introduce en la boca se derrite de forma agradable.
¿Podría haber sustitutos? Por supuesto que sí, como el aceite de soya o la manteca de coco, pero no son tan económicos como los derivados del aceite de palma.
Dañinos efectos en la salud
El juicio contra el aceite de palma por sus efectos sobre la salud lleva abierto bastantes años. El argumento principal es su perfil lipídico, es decir, la naturaleza de los ácidos grasos que lo componen.
Básicamente, se trata de una grasa especialmente rica en ácidos grasos saturados, directamente vinculados con el incremento de distintas enfermedades metabólicas. Recordemos que, desde hace muchos años, se sabe que hay “grasas buenas” y “grasas malas”.
Y, bien, el aceite de palma está en el grupo de las malas, que responden al perfil bioquímico de las saturadas.
Así, entra en el grupo de grasas que la mayor parte de los expertos en salud llaman a de evitar en la medida de lo posible.
Dentro de las grasas malas, una de las más malas…
Metiéndose en el pódium de las peores grasas saturadas está el ácido palmítico, un ácido graso con una cadena de carbonos relativamente corta -16 átomos–, y par.
Obviamente el ácido palmítico recibe este nombre por ser un componente característico del aceite de palma, y hay pocas dudas respecto de su presencia en la dieta en relación con diversas disfunciones metabólicas, entre ellas, la diabetes. Pero, aún hay más…
Hay otro aspecto, mucho más grave, que tiene relación con la forma en que se procesa el aceite de palma. Hace unos años, un informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), titulado Contaminantes presentes en los aceites vegetales fruto de su procesamiento, estableció una alerta por el carácter genotóxico y carcinogénico de una familia de compuestos.
Estos compuestos son denominados “ésteres glicidílicos de ácidos grasos”, que se forman por el tratamiento de los aceites vegetales a altas temperaturas (sobre 200ºC).
Este tratamiento es habitual en el caso del aceite de palma, ya que el proceso es necesario para eliminar su marcada apariencia rojiza y mejorar su sabor y olor. Con este refinado se obtiene una sustancia semitransparente y amarillenta sin sabor ni olor, lo que libera sustancias cancerígenas con capacidad de modificar el ADN, según indica el informe.
El aceite de palma, el cáncer y su retiro de los ingredientes
Luego de aparecido el informe de la EFSA, la cadena de supermercados italiana Coop, decidió retirar de sus estantes los productos que contenían aceite de palma. La siguieron algunas marcas, como Barilla, que optó por prescindir de este ingrediente.
Quizás el caso más particular es el de la Nutella, que tienen al aceite de palma como ingrediente estrella. Ellos mismos explican que no podrían reemplazarlo sin sacrificar su calidad, aunque indican que han mejorado sus procesos bajando la temperatura en el refinamiento.
En 2016, la revista Nature publicó otro estudio de un equipo de científicos del Instituto de Investigación de Biomédica de Barcelona que analizó el efecto de una dieta rica en grasas sobre las metástasis. En concreto, añadieron ácido palmítico a cultivos de células tumorales en ratones y descubrieron un aumento en la frecuencia metastática de 50% a 100%…
El aceite de palma en la alimentación infantil
Si bien las autoridades expertas no prohíben el consumo de aceite de palma, sí aconsejan evitarlo. Aunque, hay casos más radicales. En Francia, por ejemplo, se prohibió el uso del aceite de palma en cualquier alimento elaborado para niños y niñas.
En el caso de las fórmulas infantiles, es recomendable que revises bien el rotulado del producto que vaya a consumir tu bebé. Si esa fórmula viene de Francia, ya sabes que por ley no puede contener aceite de palma, un ingrediente del que es mejor mantenernos alejados 👀